yuri záitzev |
Un suave respiro agitado, había sido suficiente para que Yuri lograra recobrar sus energías. Siempre terminaba agitado tras usar su brazo derecho, que quedaba tambien, en condiciones deplorables a veces. Podía observar con sus ojos rojizos como el cuerpo de aquel hombre, estaba tirado en el piso, volviéndose negra la zona donde el golpe había impactado, debido a la necrosis que se iba esparciendo y consumiendo el poco de vida que le quedaba al hombre, y él estaba orgulloso de saber que sus habilidades seguían mejorando cada vez que las usaba. ¿Y decían que el veneno venia en frascos chicos, no? Estaba totalmente de acuerdo con aquello el agente, ya que siempre se había considerado un veneno para la sociedad, algo que nada mas tenía una utilidad: eliminar gente. Quisiera o no, el siempre había estado rodeado de gente que poco a poco, iban muriendo. No todos sufrían sus extrañas envenenaciones, pero en si, morían a la larga, y eso si que había influido en la manera de pensar de Záitzev, ya que cuando todo lo que tocas muere, debe de afectarte de alguna manera u otra. El cuerpo del ruso se mantenía aún agitado, débil e inmóvil contra la pared bañada en sangre. Sus ojos podían demostrar una sensación de satisfacción, como si acabara de cumplir un sueño, pero en realidad, estaba tan orgulloso de si mismo, por haber vuelto al rodeo. Había abandonado su trabajo de asesino por un pez más gordo, uno que disfruto mucho mas matar, pero que simplemente era uno. Recordaba como sus manos se movían en el aire causando estragos por doquier, como las cosas comenzaban a vibrar y chillar para quebrarse en milésimas de partes. Y finalmente, el rostro que puso el mismo en cuanto su movimiento, se vio nulo, una expresión de horror había quedado petrificada en su cara, mientras Yuri pensaba si matarlo lentamente o simplemente, con un pequeño corte en la yugular; pero al fin y al cabo, siempre le gusto jugar a ser dios, sometiendo a su victima, a un pequeño juego del que dependía su vida. Como el esperaba, su victima perdió, y una muerte rápida y sencilla, le quito el ultimo suspiro. Había pasado mucho tiempo vigilando a esta presa, que había pensado ya, que estaba perdiendo su toque, aquella habilidad que muchos tienen de sentir la ocasión perfecta para cometer un crimen, y el poder matar por encargo nuevamente, lo satisfacía mas de lo que había pensado. Con una sonrisa tenebrosa, se puso de pie con cierta dificultad. Su cuerpo lucía impecable, capaz con algún raspón o desgarre de su ropa – que en realidad, solo tenía uno en su hombro – listo para abandonar aquella escena. Pero antes, debía asegurarse de que el área que iría a usar en su escape, era segura. Agachándose levemente una vez más, colocó las manos en el suelo al tiempo que cerraba sus ojos. Pudo sentirse como el aire se volvía mas pesado, y como una especie de brisa azotaba el lugar. Estaba haciendo un sondeo del lugar, viendo con su habilidad de hacer vibrar las moléculas, donde chocaban y donde no, para hacerse un plano mental tridimensional, sobre la ruta que debía tomar, y cual no. Teniendo ya su trazado, giro sobre sus pies al mismo tiempo que se ponía de pie, comenzó a caminar rozando su mano con una enredadera que crecía en una pared de su costado, que de manera instantánea, comenzó a marchitarse.