A veces es muy fácil encontrar el problema, nuclearlo, entenderlo y terminar por aceptarlo. Pero el problema de todo radica cuando ya empieza a molestar y no le encontras la solución. Por qué sabes que no la tiene, al menos no una cercana y factible. Nada reemplaza un vacío familiar, y el problema entonces, permanece como tal. Intacto, invulnerable, casi como riéndose de vos. Riendose de esa incapacidad de poder permanecer en vos, de que hagas lo que hagas el vacío va a seguir comiéndose todas esas palabras de consuelo que te das y que rara vez, alguien te proporciona.
Ese es mi problema, el vacío que todo lo come y nada acepta. Ese demonio interno que no acepta baratijas y mucho menos un regateo. No hay negocio, no hay forma de que se deje de devorar todo en tu vida. Que deje de meter la pata en tus emociones, que deje de hacerte sentir que siempre te falta algo y nunca va a aparecer.
Por que hasta en mis sueños puedo ver las plegarias de una ayuda que mi subconsciente busca, esa ayuda externa que muy pocos te pueden dar. Por eso cada vez que me despierto, veo como son las cosas algo confundido. Pensando si en realidad eso que soñé, esa respuesta parcial a mis plegarias, realmente apareció para quedarse.
Pero no, simplemente fue otra burla de ese vacío, oscuro y sin fondo visible.
Puedo decir que por un breve momento sentí algo cuándo nos reencontramos con Anibal, lejano tío de papa. O capaz no tan lejano, pero las adversidades de la vida lo llevaron a ser de ese modo. Fue como que al fin había llegado a mi vida, capaz, esa persona que siempre me hubiera gustado tener. Ese tío simpático tan parecido a vos y tu familia que te da miedo. Esa persona que comparte algunos sueños y gustos que nunca pensaste encontrar en tus familiares. Ese mundo que ahora se abría delante de mis ojos. Mil primos y tíos que no conocías. Gente nueva sin fin. Que emoción, diría yo, si tan solo tuviera la oportunidad de conocerles. Pero bueno, algo es algo, ¿No? Eso me consuela, que al menos, se que hay varias personas ahí en el mundo que se morirían, o al menos emocionarían, por conocernos. Que de cierto modos somos únicos, y que ahí siempre va a haber quien te de una mano.
Pero bueno, eso debe ser lo divertido de vivir, el tener siempre algo que mejorar dentro tuyo. Esas ironías que se presentan como pequeñas piedras en tu camino hasta que se convierten piedras gigantes, similares a montañas. Y deben ser esas montañas justamente, las que definen nuestras vidas. Las que tienen que ser rodeadas, escalas o dinamitadas. Cualquier cosa tiene que pasar con ellas, pero tienen que quedar atrás. Y yo se, que en algún momento, me va a pasar. La voy a ver lejana en mi línea del horizonte, pequeña y casi invisible en la linea de mi pasado, acercándome el camino así, a otras piedras por derrotar y vencer.