Suavemente, casi inaudible en aquella calma, pudo escucharla. Era una vez melosa pero débil, quebradiza. No sabía quién era, pues aquella vez nunca había resonado en su cabeza. Pero ahora el eco de su nombre se perpetuaba y se incrementaba, como si las distancias se achicaran a medida que pasaba el tiempo. Abrió los ojos. La luz lo cegó. Estaba confundido y aturdido, y la sala donde se encontraba estaba en completo silencio ¿De donde había salido aquella voz? Se frotó el rostro un poco como para desperezarse, y a medida que sus ojos se adaptaban a aquella cantidad de luz, se dio cuenta de que no estaba en su habitación. Es más, aquello, no era una habitación. Desorientado, trato de levantarse y ponerse de pie. Tratar de ubicarse en aquel lugar que no conocía. Pero nuevamente, aquella voz resonó en sus oídos, llevandolo a mirar sus alrededores para ver si lograba encontrar el lugar de donde provenía.
Se dio vuelta ubicando a la persona que lo aclamaba, parecía estar cerca, una simple silueta en un costado de aquel lugar ¿En donde estaba? Observó con cautela y pudo ver el piso frondoso y con musgos, mientras que a la lejanía podía escuchar ahora un tenue ruido de agua, como el de una pequeña catarata. ¿Cómo no había prestado atención a aquellos detalles? Las rocas funcionaban como paredes laterales, mientras que frente suyo parecía haber un acantilado a unos cuantos pasos. Todo resultaba muy raro.
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